domingo, 31 de agosto de 2008

“Evita” trabajar con Nacha Guevara; dice una de las reglas máximas del teatro argentino.


“Evita” trabajar con Nacha Guevara; dice una de las reglas máximas del teatro argentino.
La trayectoria y el talento de la actriz y cantante son directamente proporcionales a su cuota de malicia, dicen quienes han trabajado con ella a lo largo de su extensa carrera, tanto en teatro como en televisión. Ahora, cuentan que la protagonista del clásico musical próximo a estrenarse en La Plata para luego pasar a una sala de esta capital, acaba de echar a dos actores que iban a iterpretar el papel de “Mario”, de peso protagónico, por reiteradas discusiones y desplantes de la diva en escena, y constante maltrato. Se sabe de la eterna búsqueda de la perfección de Nacha y que los resultados que obtiene, habitualmente, están ligados a la excelencia artística: pero nadie niega en este ambiente que esa búsqueda deja tendal de víctimas a su alrededor. Ahora Mariano Tacagni y otro actor de quien no trascendió su nombre –apodado Wally- habrían sido despedidos por Guevara de la compañía que ya sufrió bajas anteriores por discusiones entre el alma mater y protagonista de “Evita” y sus colaboradores arriba o abajo del escenario.La fama de “malvada” de Nacha conoce precedentes por doquier. Pero si hablamos de este musical, que ya tuvo su representación exitosa en las salas porteñas, una de las consecuencias de aquella primera puesta fue la enemistad que quedó entre Nacha y quien hacía justamente el personaje de Mario en esa oportunidad, el talentoso actor de musicales Rodolfo Vals –conocido popularmente por ser la “voz” de “Gran Hermano”- En ese entonces, cuentan las legendarias voces de las bambalinas teatrales, que era tanto el lucimiento en escena de Vals y tantos los aplausos que se llevaba en el saludo final, que Nacha al tomarlo de la mano para la despedida, le clavaba las uñas en sus manos hasta hacerlo sangrar. Desde entonces jamás volvieron a hablarse y ahora él regresaría al papel de Mario tratando de olvidar los rencores del pasado y esperando que Nacha, esta vez, se corte las uñas.Y hay miles de anécdotas más. En el viejo y emblemático “Di Tella” ocurrió el hecho que enemistó para siempre a Nacha Guevara y los enormes Les Luthiers. Aparentemente, se dice, el grupo de humoristas hacía sus shows en primera tanda y Nacha venía después, a medianoche. Eran tantos los bises que el público les pedía que la función de Guevara se atrasaba eternamente y ella enfurecía tanto que un día se cansó, rompió una botella y con la parte filosa del vidrio en el cuello de uno de los integrantes de Les Luthiers amenazó con lo peor si no terminaban a tiempo. Obviamente quedaron peleados hasta el día de hoy.Mitos, leyendas, el teatro los ha tenido y siempre los tendrá. El problema con la querida Nacha (gigante en escena, fabulsa actriz que es lo importante), es que sigue sumando jugosas anécdotas para quienes las escuchan pero temerosas y horrendas para quienes padecen su especial carácter.

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