viernes, 22 de mayo de 2009

Alemania ya se ríe de Hitler



El musical ‘Los productores’ triunfa en Berlín con su dictador afeminado y saltarín

El actor austriaco Martin Sommerlatte encarna a Hitler en la versión berlinesa de 'Los productores'. Foto: AFP / JOHN MACDOUGALL
PAOLA ÁLVAREZBERLÍN
Han tenido que pasar ocho años desde su estreno en Broadway, pero al fin, tras varios intentos fallidos, el musical Los productores ha llegado a Berlín. La adaptación del espectáculo de Mel Brooks, inspirado en su película del mismo nombre de 1968, ha cosechado premios y éxitos de público en todo el mundo, pero muchos dudaban de que pudiera repetir suerte en pleno corazón de Alemania. La historia de los dos productores de Broadway que intentan estafar a sus inversores montando el peor espectáculo del mundo a base de explotar la propaganda nazi y el mal gusto está repleta de esvásticas, saludos nazis, valkirias y... Hitler, exageradamente afeminado y saltarín, pero Hitler al fin y al cabo.Sin embargo, parece que el público alemán no se ha sentido incómodo. «Solo hemos recibido halagos y buenas críticas, ni una queja. La gente se ríe sin parar y cada función se cierra con el público en pie y una larga ovación», dice Karin Kleibel, responsable de prensa del musical. No queda más remedio que creerla.Salchichas gamadasEs prácticamente imposible encontrar una crítica negativa de la obra. La prensa alemana, que anticipó un escándalo y ha seguido de cerca todo el proceso hasta el estreno, ha acabado rendida a los pies del espectáculo de Brooks. Durante semanas ha recordado que el Admiral Palast, el teatro donde puede verse el musical desde el fin de semana pasado, es el mismo en el que Hitler se hizo construir un descomunal palco para ver sus operetas, y ha repasado una y otra vez las listas de intentos de satirizar sobre el dictador. Pero nada. Polémica cero. Solo la nota curiosa del espanto que produjeron en algunos berlineses las banderas que se desplegaron en el exterior del teatro y que imitaban las banderas nazis, pero con salchichas y brezel (típico pan salado alemán) en el lugar de la cruz gamada. «Al parecer hubo gente que llamó a la policía y esta contactó con nosotros para asegurarse de que todo estaba en orden. No ha habido ninguna demanda ni nada parecido», asegura Kleibel. La exhibición de la esvástica es delito en Alemania, aunque hay excepciones, como el contexto cultural. Pero, claro, no es lo mismo verla en el teatro que en la calle, aunque sea una imitación.Con el éxito de Los productores vuelven a saltar las preguntas formuladas mil veces. ¿Pueden los alemanes reírse de Hitler? ¿Deben? Hace poco más de dos años, la película Mein Führer, de Dani Levy, levantó un revuelo similar. Entonces era un Hitler cobarde, ridículo, deprimido y con traumas infantiles el que debía hacer reír a Alemania y, aunque obtuvo buenos resultados en taquilla, no fue precisamente del agrado de todos. «La obra de Levy no se puede comparar con sátiras como El gran dictador de Chaplin o Ser o no ser de Ernst Lubitsch», decía entonces el secretario general del Consejo Central de los judíos alemanes, Stephan J. Kramer, en el diario Tagesspiegel. «En comparación con ellas es superficial e incluso peligrosa. Hitler no era un personaje ridículo con una dura infancia. No merece generar sentimientos de compasión en el público», añadía.Sin las víctimasEse mismo temor hizo fracasar otra película alemana mucho más seria, El hundimiento, que para el público alemán mostraba a un Hitler muy humano, demasiado. La clave de la diferencia la daba el lunes también el Tagesspiegel, que escribía que al fin y al cabo Los productores no gira solo en torno a Hitler, sino que es «una sátira del absurdo funcionamiento de Broadway». También es importante que el espectáculo no muestre a víctimas del nazismo en sus bromas, como sí hacía la película de Levy, en la que Hitler sacaba a un judío y su familia de un campo de concentración para que le dieran clases y apoyo psicológico.El único debate que sigue latente tras todas las parodias posibles del dictador –más allá de si genera o no sentimientos de algún tipo en los espectadores– es el riesgo de que su figura quede deformada para las nuevas generaciones, que saben cada vez menos de él. El miedo a que deje de ser símbolo de la crueldad y los extremos a los que no debe llegar jamás un país. Argumento que, por otro lado, ha empezado a desgastarse. O al menos eso parece ante el imparable éxito de Los productores. El Admiral Palast –con capacidad para más de 1.700 personas– sigue llenándose cada noche (no del todo, pero casi).«Debo de ser el único judío que ha sacado un dineral gracias a Hitler», ha dicho más de una vez Mel Brooks. Lo cierto es que Levy, también judío, tampoco debió de ganar poco con su führer... A partir de ahora Brooks podrá decir que debe de ser el único en haber sacado un dineral gracias a Hitler y sin cabrear a nadie, o casi nadie. Eso sí que era difícil.

No hay comentarios.: