martes, 7 de julio de 2009

Marroquín aterrizará en Japón con “Chicago”

Harry Connick dudó un segundo: “¿Bianca Marroquín?”. Reaccionó al instante: “¡Claro que la conozco! Es la mexicana del elenco, es realmente talentosa”. Este diálogo sucedió en el recibidor del Teatro American Airlines de Broadway una mañana de invierno de 2006, el día del estreno de The Pajama Game. Momentos antes al preguntarle al guardia de seguridad sobre la actriz mexicana, contestó que nunca la había escuchado. Connick, protagonista de la obra, tres veces nominado y una vez ganador en los premios Tony, escuchó el apellido y lo reconoció. Fue uno de esos momentos en que Bianca Marroquín podía decir que se había hecho de un nombre en Broadway.
Luego de haber protagonizado una pequeña temporada de Chicago en el Teatro Shubert y haberse sumado a la compañía que hizo la gira por Estados Unidos, se encontraba en el momento de ganar papeles a través de audiciones.
“En México ya había pagado mi derecho de piso, pero a Nueva York había llegado directamente a Chicago por invitación, así que sentía que me había brincado esa etapa en que tienes que ganarte una audición por tus méritos propios. Eso sucedió con The Pajama Game”.
Aquella mañana de invierno de 2006, Bianca Marroquín llegó al teatro con el tiempo justo para iniciar el ensayo. Su casa se ubica en Nueva Jersey, de modo que todos los días debía tomar el metro para llegar a Manhattan. Atravesó la puerta del teatro y sólo entonces el vigilante la reconoció: “Ah sí, claro; la señorita Marroquín, claro que la conozco”.
Pero el cuento de hadas de Marroquín no termina en Broadway; de hecho, para nada es la típica historia de la mexicana que cumple el american dream. La suya tiene otra definición: “La humilde y corta historia de una niña de Matamoros que llegó a Broadway”.
En efecto, nació en la misma ciudad de Rigo Tovar y su formación musical combinó este folklore con canciones de obras musicales de Broadway que un maestro de primaria montaba con sus alumnos. Su infancia fue fronteriza: “Todas las mañanas cruzaba el puente para ir a la escuela. Era un mundo aparte. Crecí hablando los dos idiomas y con las dos nacionalidades por mi madre”.
“Cruzar el puente” se convirtiría en la frase que resume su vida. Lo cruzó de aquí para allá cuando fue invitada para hacer Chicago, ganarse su papel en The Pajama Game y el protagónico de un nueva versión de Bye Bye Birdie, aquella obra que hiciera famosa a Chita Rivera. Luego lo cruzó de allá para acá al ser invitada a protagonizar la versión mexicana de La novicia Rebelde. Pocos creían que aceptaría porque significaría la antitesis del inmigrante mexicano que ha tirunfado en EU. Pero ella lo había hecho desde niña: cruzar el puente. Durante la temporada en el teatro, acostumbraba viajar a su casa de Nueva Jersey.
“Mi sueño siempre había sido construir una carrera en México y en Nueva York simultáneamente. Sé que era un sueño guajiro, pero también sé que si deseas algo con locura y pasión y te comprometes... lo puedes hacer realidad”.
De manera natural, va ahora de regreso a Estados Unidos. El puente que cruzara ahora, sin embargo, no llega a Nueva York sino a Japón: actuará la Roxie de la compañía de Chicago que se va de gira por países de Europa y Japón.
A la par que los contínuos viajes entre México y EU, Marroquín procura mantener un equilibrio entre dos fascetas de su vida. Por un lado, la actriz que se ha convertido en la primera mexicana en protagonizar un musical en broadway y actuar en los Premios Tony: “Empiezo a sentir la responsabilidad que viene con el territorio de vivir una realidad que es deseada y soñada por muchos”.
Por otro, (tal y como cantara Rigo Tovar y su Costa Azul): su Matamoros querido: “Nunca lo podré olvidar. No quisiera olvidar nada; soy lo que soy por todo lo bueno y lo malo. Siempre me acuerdo de mi familia, mis escuelas, mis maestros y mis amigos, la humedad de la playa, la iglesia, la plaza, mi calle, mi casa, mi madre, las calles, los restaurantes... la frontera; ese ir y venir por el puente”.


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