miércoles, 18 de agosto de 2010

Sandra Guida; Una manera de decir Es Evita en la obra “Tatuaje” y aquí cuenta cómo llegó a generar su estilo a la hora de interpretar. Hice “Hair” en el ‘84. Me dijeron que hacían una audición y quedé. En el momento en que pisé el escenario supe que ése

Fuente; http://www.clarin.com/
 
Soy hija única, nací en Caballito y pasé una parte de mi infancia en Remedios de Escalada, como Alejandra Radano y Alfredo Arias. Los tres tuvimos un pasado común cercano entre Lanús, Temperley, Remedios. También viví en Villa Luro. A los tres años empecé a tomar clases de danza, tras una recomendación de mi pediatra para fortalecerme.
Mi mamá trabajaba en relaciones industriales, era una gran consumidora de opera y ballet. Si bien no me condicionó, mi vocación se manifestó muy temprano. Antes de aprender a hablar, sabía cantar. A los 11 entré en el Colón. Recuerdo momentos en el que el Colón todavía era una gloria. Vi a Margot Fonteyn, Ekaterina Maximova, gente que me movilizaba porque, más allá de la perfección técnica fácilmente reconocible, tenían la posibilidad de transmitir algo que te quedaba sellado a fuego. Me dejaron una especie de milagro visible que se traducía en lo artístico.A esa edad sentía que si yo podía dejarle algo cercano a eso en alguien me iba a dar por satisfecha.

Mis maestros fueron los cantantes que imitaba desde chica: Ornella Vanoni, Joan Sutherland, una cantante de opera dramática. Le copiaba, en los Cuentos de Hoffmann, la pronunciación, la fonética. Gracias a ese entrenamiento pude cantar los primeros años en mis bandas de rock antes de pasar al musical. Después entendí que la base técnica era fundamental para el futuro de la voz.

 
Antes de entrar al musical yo estudiaba teatro con Augusto Fernandes, él me dio la clave de cómo analizar un texto y comprender sus objetivos. Con Fernandes comprendí que una canción es un monólogo. Y eso me permitió entender que, si bien la canción en el musical cumple una misión específica, también es un texto teatral.

A los 16 empecé a trabajar como cantante de manera profesional en una banda de rock sinfónico. Dejé la danza y me puse a cantar rock & roll. Colgué las puntas y la cambié por un micrófono. La danza clásica me implicaba un sacrificio de vida, había llegado a la máxima capacidad técnica: tomaba 16 clases por semana, la verdad es que no había posibilidad de superarse. Por mis problemas musculares que traía desde niña, me costaba todo el triple. De todas maneras, eso fue una parte. Previamente sentí muy fuerte la necesidad de cantar.

Hice "Hair" en el '84. Me dijeron que hacían una audición y quedé. En el momento en que pisé el escenario supe que ése era mi lugar. No era la versión original, con Rubén Rada, Sandra Mihanovich y Valeria Lynch. Era horripilante, un híbrido entre el punk y el hippismo. Pero me divertí mucho y la recuerdo con mucho cariño.

En el '93 me llamaron para hacer "El beso de la Mujer Araña" por 90 ciudades de los Estados Unidos. Protagonizar esta obra marcó un antes y después en mi vida. Chita Rivera me entregó su personaje. Más allá de la experiencia de trabajar y darme cuenta de la estructura en la que gira un musical, yo no me puedo olvidar nunca que en Memphis improvisé con la mujer de B.B. King en su pub junto a una banda de músicos de blues de primera calidad. Después de eso, pensé que me podía morir tranquila.

Viví pocos meses en Nueva York, en 59 y Broadway. Volví a Buenos Aires porque la persona con la que estaba casada en ese momento no tenía ninguna posibilidad de desarrollarse allá, y eso lo exponía a que sea inmigrante ilegal. No es algo grato para nadie. Hice prevalecer la felicidad del matrimonio. No me arrepiento de esa decisión.

Con Alejandra Radano somos amigas desde hace 11 años. Tener una amistad en el medio más allá de lo profesional requiere que una vibre lejos de las cuestiones de la competencia y del ego. Requiere estar madura y convencida de lo que se hace y de sí misma.
Mi sueño era interpretar a Evita. No soy nada original, ¿a qué actriz no le hubiese gustado interpretarla? Ella es un mito y se impone por sí misma. Tratar de meterte en la piel de un mito significa mover muchas cosas dentro tuyo. Creo, que como pasa en el espectáculo de Alfredo Arias, ella tiene tatuado el destino y su pasión. Porque Evita se inventó a si misma. Tomó la decisión de hacer ese camino, incluso hasta la decisión de su modo de morir formaba parte de la elección de su vida. Siempre pensé, ¿a esto cómo lo traduzco en el escenario?
 
 
 
Sandra Guida. 

Sandra Guida.

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