sábado, 29 de noviembre de 2008

Gerald Schoenfeld, dueño de medio Broadway'A chorus line', uno de sus éxitos, estuvo 15 años en cartel Un ataque al corazón acabó con la vida del empr


Un ataque al corazón acabó con la vida del empresario de Broadway Gerald Schoenfeld el pasado 25 de noviembre. Tenía 84 años y falleció en Nueva York, la ciudad a la que dedicó su vida. Desde 1972 dirigió la Schubert Organization, la empresa más poderosa del mundo del espectáculo teatral de Estados Unidos. Como director, Schoenfeld manejaba los hilos de 17 teatros de Broadway, un teatro off Broadway y diversos escenarios de ciudades como Washington DC o Filadelfia.

El renacimiento de Broadway como distrito teatral está inextricablemente unido a la llegada de Schoenfeld a la dirección de la Schubert Organization a mediados de los setenta. En aquella época, Times Square y alrededores no eran ese parque temático dedicado al espectáculo y al turista que es hoy la zona, sino más bien una mezcla de cines X, locales dedicados a la pornografía y también la prostitución callejera. Fue él quien impulsó la transformación del área aliándose con otros empresarios y con el mundo inmobiliario para conseguir impulsar el entorno y darle el aire que tiene hoy la zona.
La Schubert Organization, que había llegado a poseer 350 teatros en todo el país hasta que las leyes antimonopolio le arrebataron gran parte de ellos a sus primeros propietarios, llegó a manos de Schoenfeld en 1972 con todos los locales en números rojos. Pero tanto él como su socio, Bernard B. Jacobs, decidieron implicarse también como productores en los espectáculos de sus teatros y, poco a poco, consiguieron financiar una serie de montajes que se transformarían en éxitos comerciales sin precedentes. Uno de ellos, A chorus line, estuvo 15 años en cartelera. Nunca antes un espectáculo musical había conseguido sobrevivir durante tanto tiempo en Broadway.
Schoenfeld tenía claro que había que buscar obras que dieran beneficios, aunque supo mantener el equilibrio entre comercialidad y calidad. Eso no le impidió tener sonadas broncas con dramaturgos como David Mamet, quien le acusó de avaricioso después de vender dos teatros para construir un rascacielos en su lugar. "Usted se llama a sí mismo productor. Pero usted no sabe crear nada, sólo sabe destruir". Pese a aquella discusión pública, Mamet presentó más de ocho montajes en los teatros de Schoenfeld.
Este hombre de origen judío nació en Nueva York en 1922. Estudió leyes y, tras participar en la Segunda Guerra Mundial, comenzó a trabajar en un despacho de abogados que tenía como cliente a la Schubert Organization. JJ Schubert, el último de los tres hermanos que fundaron la empresa, tomó a Schoenfeld bajo su protección y le enseñó todo lo que sabía sobre el negocio del teatro. Al morir, Schubert dejó las riendas de sus propiedades teatrales en manos de la Fundación Schubert, pero tras una lucha de poder, Schoenfeld y Bernard B. Jacobs, que había empezado a trabajar con él una década antes, se hicieron con las riendas de la empresa. Desde Grease, a Cats y al Fantasma de la Ópera nacieron bajo sus auspicios. Su influencia fue tal que durante años la mayoría de los musicales se modelaron bajo los gustos de este empresario mítico cuya figura e influencia parece casi imposible reemplazar.

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