sábado, 31 de enero de 2009

El regreso de la gran ópera rock


En Oriente Medio, el trasfondo de la historia de Jesús se mantiene vivo. Un nuevo montaje del musical. Jesucristo Superstar', que se presenta en Badajoz, recuerda la actualidad de los conflictos en ese territorio


¿Qué sería hoy de un hipotético nuevo Jesucristo en una sociedad altamente tecnológica, que sigue persiguiendo a los marginados, que no ha resuelto los conflictos en Oriente Medio? ¿Sería una superestrella de algún reality? ¿Sería caricaturizado?
"Posiblemente pasaría desapercibido", afirma el actor extremeño Paco Arrojo. "Ocurriría lo mismo que entonces", opina Enrique Sequero, director en gira y cantante.
Cuando a principios de la década de los 70 se estrenó el musical Jesucristo Superstar, no pasó, desde luego, desapercibido. En el apogeo de la cultura hippie, esta versión de aires operísticos de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, y la versión cinematográfica, lanzaron una mirada inusual desde el rock sobre uno de los grandes personajes de la historia.
Y fue precisamente el énfasis en la parte humana de Cristo, lo que provocó, por una parte, entusiasmo del público que acudió masivamente al espectáculo, y por otra rechazo, especialmente del sector católico, que veía desvirtuada una historia propia. Pero aquel musical rock marcó un hito en el devenir del género. En España conoció una adaptación, también celebrada, que protagonizaron Camilo Sexto y Ángela Carrasco.
Treinta años después, la compañía Stage Entertainment, especializada en musicales, estrenó una versión propia, en cuyo elenco figura el intérprete extremeño Paco Arrojo, que asume el papel de Judas y que se representa este fin de semana en Badajoz. Siete funciones hasta el próximo domingo ofrecidas por un equipo de unas 40 personas, con orquesta en directo, proponen una lectura moderna de este musical, que actualiza la imagen visual respecto al estrenado hace 30 años. Las nuevas tecnologías permiten un despliegue de efectos especiales, por ejemplo en el momento de la crucifixión, "que no tiene nada que ver con la imagen que tenemos en la memoria", afirma Arrojo.
"Aunque conozcan la historia, el montaje es diferente de todo lo que se ha hecho", corrobora Gerónimo Rauch, que interpreta el papel de Jesucristo.
También el vestuario se ha actualizado. Nada que recuerde a los ropajes hippies de la versión original. El paisaje, comenta el actor extremeño, es el de un lugar de hoy en Oriente Medio, pero que puede ser también de Latinoamérica. Esta referencia a Oriente Medio, no es baladí. El director del nuevo Jesucristo Superstar, el inglés Stephen Ryne, lo explica en una carta abierta donde habla de su visión de esta historia. "El Israel de Jesús era un país ocupado por un ejército extranjero, un país donde facciones religiosas luchaban una contra la otra y donde un gobierno judío hacía peligrar el mantenimiento de una paz frágil. Hoy tenemos una situación comparable. En el montaje me gustaría presentar un mundo que podemos reconocer en televisión y los periódicos; un mundo de manifestaciones y terrorismo; un mundo de cultos religiosos y moralidad incierta".
"La gente sigue sin tener paz allí", corrobora Paco Arrojo. "Se plantean los mismos problemas y la misma falta de solución". "La actualidad de este montaje es que el público se cuestiona si valió la pena que Jesús muriera hace 2000 años cuando las cuestiones que se suscitaron entonces siguen sin resolverse", afirma Rauch. El paralelismo más evidente para Enrique Sequero, director en gira de Jesucristo Superstar y Pilatos en la función, es el de Irak: un ejército de ocupación de un país, donde funciona un gobierno autóctono: "Es una fórmula que no ha dejado de repetirse", declara.
El actor argentino Gerónimo Rauch, que había hecho una versión amateur de la misma obra en su país, viajó a España cuando conoció que había una posibilidad de interpretar el papel de Jesús. Hizo unas pruebas y enseguida le escogieron. "Es un sueño, porque soy un fanático de esa obra".
Paco Arrojo, nacido en Plasencia y con una larga trayectoria en musicales, pasó también una prueba para optar al personaje de Judas, que es sobre el que recae el relato de los siete últimos días de vida de Jesús. "Yo había trabajado en otro montaje de la compañía, Notre Dame de París, así que hice un cásting, porque la compañía elige directores para cada montaje, y cada uno prefiere elegir su elenco".
¿Cómo asumieron sus personajes los dos actores principales? "Con alegría, responsabilidad y respeto, sobre todo por la complejidad del montaje y de las canciones; a algunas les decían rompe voces, por los agudos a los que se llegaba", afirma Arrojo.
"Digamos que me preparé mucho para hacerlo porque es una partitura muy difícil y es un desafío para cualquier intérprete", dice Rauch, que menciona la canción Getsemaní como el punto máximo de dificultad de la obra.
El equipo repasó una amplia documentación de la historia de este musical. "Yo me he visto varias versiones, pero luego he intentado ser distinto de lo que han hecho otros. Y no es difícil porque el montaje en sí ya lo es", opina Rauch.
¿Qué queda de lo religioso en una historia que no puede escindirse de esa condición? "Bueno --dice Paco Arrojo--, lo que se cuenta no tiene por qué ceñirse a ninguna religión. Es una historia universal. El montaje hace hincapié en lo que le sucede a una serie de personajes en un momento determinado más que en el aspecto religioso".
En el mismo sentido opina Gerónimo Rauch. "Es una obra de arte. La gente viene a ver un espectáculo. Hay quienes no son católicos y hay católicos superortodoxos a los que les encanta la producción".
"No creo que tenga connotaciones religiosas --dice Enrique Sequero-- porque la obra termina con la muerte de Jesús. No se aborda la resurrección. Salvo al principio, en que durante una manifestación muere una chica y aparentemente Jesús la resucita".


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