jueves, 19 de marzo de 2009

Una argentina capta la atención de Broadway


Por Alberto Armendáriz Para LA NACION
NUEVA YORK.- "Ahí está la princesa argentina", anuncia con orgullo Mélida, la ascensorista colombiana del Palace Theater de Times Square al indicar el camarín de la rosarina Josefina Scaglione, protagonista del revival del musical Amor sin barreras ( West Side Story ), que se estrena oficialmente hoy en Broadway.
Sin que Matt, su agente de prensa estadounidense, llegue a golpear la puerta, ésta es abierta del otro lado por Lázaro, el peluquero cubano que, con cepillo en mano y haciendo una reverencia, invita a pasar. "Mi niña ya está lista", declara como rememorando aquella famosa escena de Gloria Swanson en El ocaso de una estrella.
Con apenas 21 años, Scaglione es hoy el centro de atención de todo el mundo teatral neoyorquino, que durante años estuvo aguardando la reposición de este clásico drama musical escrito en 1957 por Arthur Laurents, con letras de Leonard Bernstein, música de Stephen Sondheim e inolvidables coreografías de Jerome Robbins. El propio Laurents, con sus 91 años, está a cargo de dirigir esta nueva versión, que tiene como aditivo la incorporación de canciones y algunos diálogos en español, traducidos por Lin-Manuel Miranda, el creador del exitoso musical In the Heights .
Inspirado en Romeo y Julieta , Amor sin barreras muestra la encarnizada lucha callejera que libraban hace medio siglo las pandillas de los Jets, estadounidenses blancos, y los Sharks, puertorriqueños, por controlar un sector del lado oeste de Manhattan, donde hoy se levanta el Lincoln Center. Matt Cavenaugh ( Grey Gardens ) interpreta a Tony, uno de los miembros de los Jets, que se enamora perdidamente de la hermana del líder de la banda rival, María, personificada por Scaglione. Por más de un año Laurents estuvo buscando a la actriz latina adecuada para este rol, y lo encontró en esta argentina que hasta el año pasado integraba el elenco de Hairspray, en Buenos Aires.
"Gracias a Dios no soy de ponerme nerviosa, pero sí tengo un poco de ansiedad por cómo será la respuesta del público. ¡Se trata del reestreno más esperado de la historia! Las críticas no me asustan tanto porque estoy segura de lo que hago sobre el escenario y de que la obra es un monstruo. Pero sé que en el público hay mucha expectativa y eso me genera ansiedad", comenta a LA NACION Scaglione, al acomodar fotos de su familia y amigos en su camarín.
"Además, la versión que se hizo en cine (dirigida por Robert Wise en 1961, con Natalie Wood, Richard Beymer y Rita Moreno), convirtió en todo un ícono a Natalie Wood; a ella se la asocia inmediatamente con el papel de María, así que para mí es un desafío muy grande interpretar el mismo papel", explica.
Asegura que para esta gran noche no tiene amuletos ("No me gusta depender de cosas materiales para mi suerte. Todo lo que tengo lo llevo dentro"), pero sí vinieron a acompañarla su mamá, Lidia, y uno de sus dos hermanos, Lisandro. Su papá, José Luis, y su otro hermano, Damián, ya la vieron en las funciones de preestreno que se realizaron en diciembre en Washington; y su amiga Matilde, estuvo para las presentaciones previas al estreno en Broadway.
Desde que llegó a Nueva York, Scaglione apenas ha tenido tiempo para disfrutar la ciudad. La producción la ubicó en departamento del Midtown, cerca del teatro, donde se cocina ella misma con comida orgánica porque no ha logrado acostumbrarse al paladar local. Como estaba con ensayos y funciones previas seis días a la semana, además de tener que dar innumerables entrevistas de prensa y hacer sesiones fotográficas, en su tiempo libre se refugiaba en su casa a tomar mate, ver películas y escuchar música.
"El ritmo es agotador, pero una vez que le agarrás la mano te acostumbrás -señala-. No tuve tiempo ni siquiera de ir al teatro a ver otros musicales. Pero sí me di el gusto de comprarme un home theater para escuchar música al palo. Escucho mucha música brasileña; es mi desconexión. Llego al departamento y me desenchufo".
Con todo el interés que ha despertado, ya la han venido a ver varios agentes y representantes artísticos, pero ella prefiere todavía no tomar ninguna decisión a futuro. "Ahora toda mi energía está puesta en la obra. Ya habrá tiempo para pensar en otros proyectos pero, por ahora, prefiero no aturdirme más", asegura, y aprovecha la oportunidad para mencionar las lecciones que aprendió de los maestros que la prepararon para este momento: Graciela y Néstor Mozzoni, sus profesores de música en Rosario; Nora González Pozzi, quien le enseñó los primeros pasos en comedia musical en el teatro El Círculo de aquella ciudad; Mónica Capra y Haydé Trinca, del Teatro Colón en Buenos Aires; y Valeria Lynch y Julio Bocca, que perfeccionaron su canto y sus movimientos.
"Mi sueño sería incursionar algún día en el cine, y de a poco ir formando mi estilo musical para sacar en algún momento un CD", confiesa mientras chequea los vestidos que hacen parte de los seis cambios de vestuario que tiene por función.
Y al preguntársele por una actriz que admire en el ámbito de los musicales, no lo duda ni un segundo: su compatriota Elena Roger, quien acaba de ganar el prestigioso premio Lawrence Olivier por su interpretación en el musical Piaf , en Londres.
"Es una genia, la admiro muchísimo. No la conozco personalmente, pero la he visto actuar y admiro mucho también su persona, lo que dice en las entrevistas y cómo se maneja; me encanta. Ojalá laburemos algún día juntas?y en la Argentina", resalta esperanzada, antes de prepararse para salir al escenario del Palace Theater.

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