viernes, 5 de noviembre de 2010

Como cantábamos y bailábamos ayer / El musical de Fosse y Ebb regresó a la avenida Corrientes con idéntica puesta y nuevos intérpretes.



Incomprensiblemente, cuando Chicago se estrenó en los '70 en Broadway fue un exitazo, pero las críticas fueron mixtas. El musical de Fred Ebb y Bob Fosse contenía asesinato, codicia, corrupción, deslealtad y delirios de grandeza, y era un seguidilla de hits musicales. La asociación entre Ebb y el músico John Kander alumbraría, antes y después, más clásicos -muchos escritos para Liza Minnelli o Chita Rivera-, como Cabaret y El beso de la Mujer Araña . Evidentemente era gente que sabía lo que hacía.
Chicago tiene un timing interno, preciso. Y exige, demanda un swing preciso para alcanzar el clímax en escena, como en algunas canciones como Tango del pabellón , que son como un clic: a partir de allí, el espectador se siente envuelto en un clima de extraña alegría y seducción, de podredumbre chic .
La obra transcurre en la ciudad del viento, por los años '20, en el pabellón de mujeres de una cárcel, donde Velma es la estrella -mató a su hermana y esposo, cuando los pescó in fraganti- y Roxie está por sacarle el primer lugar en la escena -asesinó a su amante-.
Melania Lenoir era, hasta hace unas semanas, nomás, parte fundamental del engranaje de Avenida Q . Ya había se había lucido en Hedwig and the Angry Inch y era lo más rescatable de Los últimos cinco años . Vilma la enfrenta a un desafío mayúsculo e instala en una vidriera como no había tenido antes. Lenoir es una de las promesas del musical porteño, tiene la gestualidad y el charme, pero como a todo este Chicago le falta rodaje sobre el mismo escenario. Lenoir es como esos jugadores que saltan a la Primera división cuando se los debe cuidar, para que luego exploten en su verdadera medida. Un ejemplo: cuando abre la obra ( Y siga el jazz ), el ensamble casi cantaba por encima de ella. Le faltó soltarse, pero ¿acaso no le pasaba lo mismo a Alejandra Radano en el estreno del Chicago versión 2001, y luego fascinó? Natalia Cociuffo tampoco comenzó la función del domingo muy "arriba", pero poco a poco fue haciendo a Roxie completamente suya, y desde Yo y mi bebé , a comienzos del segundo acto, pudo imantar a la platea.
Chicago es la combinación perfecta de canto, baile y actuación, y la música y las canciones son de una prodigiosa métrica y fuerza, por lo que la base en la que Lenoir y Cociuffo se asientan nunca les jugará en contra sino a favor. Está en ellas afianzarse juntas para ofrecer el erotismo, el desparpajo y la pasión que se siente en el ambiente y hacer que ese dueto/duelo de Creo nomás en mí y en Finale ericen la piel y hagan explotar en aplausos.
Correcta la orquesta conducida por Gerardo Gardelín, con mayoría de vientos, Martín Ruiz ( La Bella y la Bestia ) le encontró rápido los tics a Billy Flynn, lo mismo que Alejandra Perluzky, como Mamá Morton, sobresalientes desde el canto. Y en el ensamble hay nombres para fijar la atención: Florencia Viterbo (Kitty), Julia Montiliengo (June) y Angel Hernández (jurado).
LA FICHA
Chicago
musical Libro Fred Ebb y Bob Fosse letras Fred Ebb Musica John Kander director residente Gustavo Wons dir. musical Gerardo Gardelín interpretes Natalia Cociuffo, Melania Lenoir, Martín Ruiz, Alejandra Perluzky sala Lola Membrives. 135' con intervalo.
Muy buena.
 

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