lunes, 9 de marzo de 2009

La versión de Broadway

La puesta en Broadway tiene continuidad desde 1988, y hasta diciembre no hay entradas. Sin embargo, el protagonista Howard McGillin, sobreactúa demasiado.

No hay ni una sola de las butacas del Majestic Theatre, en la calle 46, a pocos metros de la avenida Broadway, vacía. Y como si se tratara del recital esperado de un músico popular, desde arriba, las ubicaciones mas baratas, que rondan los 60 dólares, casi la mitad de lo que cuesta una platea en la orquesta, bajan gritos y aplausos ensordecedores apenas se apagan las luces. Podría preguntársele a los espectadores por los nombres de quienes interpretan al Fantasma, a Christine o a Raoul (del elenco original, claro, no queda nadie), y pocos podrían contestarlo. No importa: El Fantasma de la Opera es la obra que hay que ver, si ya no se la vio, si se llega a esta nevada Broadway de estos días.

Qué diría Gaston Leroux, que publicó hace casi un siglo su obra original, la que adaptó a su gusto y extravagancia el británico Andrew Lloyd Webber, el mismo de Jesucristo Superstar y la aplaudida y denostada por igual Evita. Como en ellas, el protagonista es amado y odiado por igual, incomprendido hasta que las letras de las canciones en los tramos finales le aclaran todo, por si hacía falta, al espectador más distraído. Así es Webber y lo pegadizo de sus acordes y la espectacularidad de las puestas lo volvieron reconocido y popular.

El Fantasma de la Opera es un fenomeno más allá de las cifras, del récord que ostenta en Broadway. Es el musical de mayor permanencia en cartel, desde enero de 1988 -ya hay en venta entradas hasta para diciembre de este año- y, en Londres, donde fue la première mundial, comenzó su temporada número 23.

El interrogante ante la inminente puesta en Buenos Aires no pasa por si será desde las formas igual o no, si el enorme "chandelier" caerá sobre la platea al final del primer acto, si el efecto de aparentar el lago subterráneo de la Opera por el que el Fantasma lleva a su protegida se logrará con las velas, o si las lenguas de fuego alcanzarán el mismo ardor y quemarán los rostros de los plateístas de las primeras filas.

El Fantasma de la Opera es un musical que se exporta tal como es y que llega a la avenida Corrientes con suficiente atraso como para que lo que sorprendía hace veinte años hoy pueda impactar mucho menos.

La pregunta pasa por si las interpretaciones lograrán darle sangre a la dramaturgia de un clásico que no avejentó, si quienes se alternarán en el rol del hombre de la máscara sobreactuarán tanto como Howard McGillin aquí, donde ya lleva mas de 2.000 representaciones.

En fin, el asunto pasa por saber si en el teatro Opera de Buenos Aires se sentirá y respirará algo de la Opera de París, no la de Broadway ni la de Londres. Allí habrá que buscar las diferencias y de ser así, entonces, El Fantasma... hará suyo el teatro, caminará por las bóvedas y terrazas y será menos pasteurizado del que hoy se aplaude a rabiar en Broadway.

1 comentario:

Elí Tristán dijo...

Hola Lalo.
Me acabo de enterar de esta página por uno de mis alumnos que, como yo, somos fanáticos del teatro, en especial del teatro musical.
Soy Luis Elizondo. Desde que estudié en Monterrey me picó esto del teatro musical. Tuve la enorme fortuna de trabajar con Antonio Calvo en "Houdini" y luego en OCESA en "El Fantasma de la Opera" y "El Hombre de la Mancha". En fin, me comentan que incluso se reúnen con cierta periodicidad. Ojalá me puedan invitar para ver videos, escuchar música, platicar sobre los musicales en México y otro países. Por el momento trabajo en el Tec como director de difusión cultural y, como debes saber, nos encanta el teatro musical y los espectáculos musicales.
Muchas felicidades por el site.