miércoles, 10 de marzo de 2010

La secuela de "El Fantasma de la Ópera" divide a la crítica

Su estreno viene precedido de una campaña de los fans de "El Fantasma", que arremetieron contra esta segunda parte al considerar que el compositor británico cometía "un sacrilegio" al dar continuidad a una obra para ellos excepcional.

Los críticos difieren entre sí en su calificación del espectáculo y, así, mientras "The Times" le da sólo dos estrellas, el de "The Independent" le concede cinco y califica la obra de "fabulosa".

Para empezar con los elogios, "The Independent" destaca la "excelencia técnica" de la "suntuosa y a veces sutil producción" de Jack O'Brien y "el esplendor" con que la orquesta interpreta las "oscuras y anhelantes" melodías de Lloyd Webber.

El periódico alaba igualmente los decorados de Bob Crowley y Jon Driscoll, con sus interiores dorados que imitan la vegetación y el plumaje de pavo real del Art Nouveau y los fantasmagóricos exteriores de la obra, que a diferencia del Fantasma original se desarrolla, no en París, sino en el parque de atracciones neoyorquino de Coney Island.

En lo único que da razón el crítico de "The Independent" a los detractores es en lo flojo del final, que hace sentir a uno que "todo lo procedente es de pronto menos que la suma de sus partes y reclama mayor ambigüedad".

El crítico del "Daily Telegraph" le da al espectáculo cuatro estrellas mientras reconoce que el nuevo musical "parece una reliquia de otra época" ya que este tipo de musicales "oscuros y pesimistas" han sido sustituidos en el afecto del público por comedias musicales como "Hairspray", "Sister Act" o el último éxito: "Legally Blond".

"En medio de una recesión -escribe el crítico- ¿va a gastarse el público su dinerito en dos horas y medio de fantasías góticas, fervor pasional y muerte súbita como colofón?", se pregunta el crítico.

Éste dice no tener respuesta, sólo se sabrá con el tiempo, pero mientras tanto, asegura no tener duda alguna de que "es el mejor espectáculo de Lloyd Webber desde el Fantasma original, con sus fascinantes melodías y un romanticismo que produce escalofríos".

"Hay algo personal en la relación de Lloyd Webber con el Fantasma, como si a través del personaje de ese compositor torturado y deforme estuviese hurgando en el propio oscuro mundo interior", comenta.

"Los decorados de Bob Crowley, aunque no son tan opulentos como los de Maria Björnson en el Fantasma original ni ofrecen algo tan valiente y sobrecogedor como el desplome del candelabro colgante o el viaje en barca a la luz de una velas por el lago subterráneo, son de constante inventiva con su uso inteligente del vídeo, la profusión de Art Nouveau y los inquietantes modelos animados del nido del Fantasma".

Mucho más despreciativo que sus colegas, el crítico de "The Times" dice que "este no es el Fantasma que conocíamos" y escribe con ironía que "la gárgola envenenada que se consume de fuego en el infierno" ha asistido en Nueva York a clases donde enseñan a "dominar la ira".

Y aunque "conserve en un sarcófago un cuerpo como el de Cristina y haya llenado el nido de todo tipo de extravagancias como un esqueleto que empuja una mesita de cóctel o un gorila de ciencia ficción que golpea un instrumento de percusión, se ha vuelto un cortés caballero, un codicioso empresario y será pronto un padre ñoño".

"El final -que el crítico no quiere revelar- no está suficientemente motivado y es de un sentimental que gusta a Broadway, adonde irá el musical: las reconciliaciones padre-hijo atraen especialmente a los norteamericanos, aun cuando el padre lleve cubierto medio rostro con una máscara en lugar de llevar una gorra de béisbol", escribe el crítico. EFE



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